El papel de la confianza dentro del aula

Alumnos en conversación candida con profesor

La confianza permea en una buena parte de los aspectos de nuestra vida, es necesaria en actividades que van desde lo más cotidiano y simple (como confiar en que el conductor del autobús en el que nos transportamos nos llevará de manera segura a nuestro destino), hasta situaciones mucho más complejas (como confiar en que una institución educativa provea servicios de calidad a su alumnado que le permitan desarrollarse plenamente en su vida profesional).

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, la confianza es un ingrediente que permite el progreso social y económico. Afirma, así mismo, que la confianza en las instituciones públicas será esencial para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales incluyen, entre otros, el “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” (ODS4).

Cuando existe una pérdida de confianza, ocurren toda clase de situaciones negativas. A nivel sociedad esto puede incluir que la gente sea menos propensa a cumplir con mandatos públicos (como pagar impuestos o seguir ciertos códigos de conducta). A nivel más personal puede desencadenar sentimientos de enojo o molestia y comportamientos como el desapego o pérdida de interés.

Como Instituciones Educativas, queremos que nuestros alumnos confíen en nosotros y encuentren en nuestras Universidades lugares donde tengan la certeza de encontrar educación de la más alta calidad, útil para su vida profesional, y relacionada con su contexto. Queremos que estén convencidos de que sus profesores son personas altamente calificadas y capaces de apoyarlos y guiarlos en su aprendizaje. Sin embargo, la confianza no se genera de manera espontánea ni instantánea.

¿Cómo podemos lograr que nuestros estudiantes confíen en nosotros?

Para poder tomar acciones con las que ganemos la confianza de nuestros estudiantes, antes es necesario preguntarnos ¿qué es la confianza en sí? ¿Qué hace que sintamos confianza? De acuerdo a la autora Rachel Botsman, existen 4 aspectos esenciales que determinan en quién confiamos y en quién no, a los cuales llama “Los 4 rasgos de la Confianza”

  1. Competencia: ¿Tienes el conocimiento, la capacidad, el tiempo y los recursos necesarios para desarrollar una tarea? En el caso de las instituciones educativas, esto se refiere por ejemplo a que nuestros profesores estén debidamente capacitados para impartir una materia, o el que contemos con talleres y laboratorios que le permitan a nuestros estudiantes explorar y aplicar sus conocimientos.

  2. Fiabilidad: ¿La gente puede estar segura de que cumplirás promesas y compromisos? ¿Eres consistente en la forma en la que te comportas día a día? Nuestros alumnos esperan que sus clases y asignaturas sean tan buenas en el primer semestre como en el último de la carrera. Así mismo, confían en que sus profesores presentarán sesiones consistentemente bien planeadas.

  3. Empatía: ¿Te importan los intereses de la otra persona tanto como los tuyos? ¿ Piensas en cómo tus decisiones y acciones afectan a los demás? Para lograr esto, debemos conocer a nuestros alumnos de manera que les proveamos recursos relacionados con sus gustos, intereses, contexto, capacidades y preferencias. Deben sentir que está en nuestro mejor interés apoyarlos a desarrollarse en aquello que es importante para ellos.

  4. Integridad: ¿Lo que dices está alineado con tus acciones? ¿Eres honesto sobre tus motivos e intenciones? Debemos ser congruentes en todo lo que llevemos a cabo. No podemos por ejemplo, impartir un seminario acerca del Cambio Climático y sus consecuencias en el planeta y al mismo tiempo colaborar con alguna empresa cuyas actividades impacten negativamente en él.


Botsman divide estos 4 rasgos en 2 categorías, “cómo haces las cosas” y “por qué haces las cosas”:

Rasgos de la confianza por categoría

Una buena idea es implementar evaluaciones de nuestros profesores de acuerdo a estos 4 aspectos. Esto nos permitirá apoyarlos a mejorar su práctica de docencia y enseñanza para mejorar la experiencia de aprendizaje de sus estudiantes. Podemos implementar también esta evaluación a nivel institución, pues existen algunos aspectos adicionales de ella (como instalaciones, servicios complementarios, etc) que también entran en juego para que nuestros alumnos confíen en nosotros.

Puedes leer más sobre evaluación docente en esta entrada de blog.

¿Cómo podemos utilizar la confianza en nuestras clases?

De acuerdo a Botsman en su libro Who Can You Trust? How Technology Brought Us Together and Why It Might Drive Us Apart, hemos pasado de una era de confianza en las instituciones (en la que estas son vistas como autoridades en ciertos temas o aspectos) a una de confianza distribuida (una más horizontal en la que podemos confiar, por ejemplo, en reseñas de productos de personas a las que no conocemos).

Tomando en cuenta esto, podemos considerar 2 formas posibles de manejar la confianza en nuestra aula:

  1. Una en la que somos vistos como expertos o autoridades en el tema, y por tanto lo que enseñamos debe ser tomado como cierto. Sin embargo, esto puede no siempre funcionar , especialmente en campos como las ciencias que están en constante evolución.

  2. Una segunda en la que adoptemos un papel de guías y facilitadores de conversaciones y comunidades en las que exista un intercambio entre alumnos con distintas experiencias, ampliando así sus visiones. En esta opción empoderamos a nuestros estudiantes y validamos sus conocimientos y experiencias personales. 

Una estrategia para  sacar el mejor provecho de la confianza en nuestras instituciones, poniendo siempre como prioridad a nuestro alumnado, es cambiar a una práctica en la que seamos conectores y generadores de capital social en lugar de transmisores de información. Una en la que invitemos a las personas a ser parte de nuestra comunidad y en la que tengan un papel activo en lugar de uno meramente receptivo. Si logramos esto podremos generar confianza en nuestra institución y acercarnos más a lograr grandes metas públicas que nos beneficien a nosotros pero sobre todo a la sociedad a la que pertenecemos.

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