Hacer posible la diversidad desde las aulas virtuales
La educación en línea gana cada vez más terreno en nuestras instituciones y sistemas educativos. No es novedad que desde la pandemia ésta se ha potenciado aún con mayor intensidad y nos ha impulsado a desarrollar grandes proyectos para la adaptación, para la formación docente en educación superior, así como para el uso de nuevas tecnologías para la educación y su incorporación en las infraestructuras escolares. Sin embargo, me parece que poco se ha hablado de lo que la educación virtual puede potenciar en términos de la posibilidad de encuentro entre la diversidad, por lo que quiero dedicar esta entrada a ahondar un poco más sobre ello.
Aunque hay que reconocer que existen cada vez más modelos y propuestas muy innovadoras, los sistemas educativos tradicionales generalmente se han caracterizado por su dificultad para atender la diversidad, así como por su tendencia a homogeneizar y estandarizar los métodos, los modelos e incluso las formas de enseñar, de aprender y de medir el aprendizaje. Casi a cualquier persona que ha pasado por una formación escolarizada podríamos preguntarle sobre cómo se ve alguna de sus clases, a lo que seguramente respondería: “se trata de una sesión en la que el profesor explica un tema, apoyado de una larga presentación y en ocasiones pregunta si alguien tiene alguna, en la que además siempre realizan el mismo tipo de ejercicios en los que finalmente terminan participando o dando su opinión las mismas personas. Ah y se me olvidaba, al finalizar hacemos un examen para evaluar qué tanto hemos aprendido.”
Si tú también te identificaste con esta clase, no te sientas mal. Nuestros sistemas, modelos y estrategias educativas suelen responder a medias y dejan de lado a quienes se encuentran en los márgenes de un gran universo de posibilidades para ser, hacer y entender distinto. Por supuesto que esto trae ventajas prácticas y operativas, pero con ello también se corre el gran riesgo de perder la riqueza que representa la diversidad de culturas, de ideas, de maneras de ver y de vivir el mundo, de concebir la realidad, ¡y de aprender!
Pero, ¿cómo responder a tal diversidad? Jonathan Rhoads (2022), en su artículo sobre cómo desarrollar la diversidad cultural en aulas virtuales plantea, en un primer momento, menciona que existen distintos tipos de diversidad que son importantes de reconocer. Él distingue entre la diversidad étnica, de raza, de lenguaje, de religión, económica y de identidad de género. Reconocer que tal pluralidad de formas y maneras existe, es el primer paso para pensar en las formas posibles de acompañar la diversidad y hacer realidad la construcción de comunidades de aprendizaje plurales, diversas e incluyentes.
Es importante destacar que, como docentes, no basta con reconocer que la diversidad existe, sino que el contexto y características particulares de cada estudiante, influyen en su manera de aprender y de ver el mundo. Y este es nuestro punto de partida; es la base sobre la cual comienza y se sostiene nuestro planteamiento de clase. Claro que esto implica un reto y una complejidad mucho mayor que la de responder únicamente a las medias nos supone; siempre será más fácil enseñar para el estudiante promedio, para lo que funciona a “la mayoría”, pero ¿qué sucede con quienes quedan fuera de esos límites?.
Como profesores es fundamental que podamos comprender y empatizar con cómo las diferencias culturales y personales de los estudiantes pueden conducir a distintos retos en los procesos de aprendizaje, así como repercutir en el logro de los aprendizajes de los estudiantes. Si no nos atrevemos a reconocer los propios sesgos y cómo nuestra mirada muchas veces deja fuera a lo distinto, a lo diverso, difícilmente podremos lograr el desarrollo de un salón de clases culturalmente receptivo; y estar abierto a tal diversidad posibilita muchas otras cosas que nuestro mundo nos demanda como ciudadanos y profesionistas.
En este sentido, me gustaría destacar algunas ideas clave que nos invitan a crear entornos de aprendizaje culturalmente receptivos y enfoques de acompañamiento a la diversidad.
Promover la diversidad cultural en el aula permite experiencias de aprendizaje significativas para todos los estudiantes y crea un sentido de comunidad.
Escuchar y conocer las experiencias e inquietudes individuales de nuestros estudiantes nos permite reconocer que cada uno de ellos viene de contextos diversos que enriquecen nuestra mirada sobre la realidad.
Conocer cuáles son los temas o preocupaciones relevantes para los estudiantes nos ayuda a pensar en la diversidad de intereses por atender y enfoques por desarrollar.
La enseñanza culturalmente receptiva implica reconocer estilos de aprendizaje variados y desarrollar la sensibilidad para facilitar procesos de enseñanza más efectivos.
Crear entornos de aprendizaje receptivos a la diversidad permite que los estudiantes desarrollen valores y habilidades blandas que les permitan relacionarse de manera más empática, respetuosa y con apertura.
Algunas ideas para promover la diversidad en el aula:
Generar un ambiente de respeto y apreciación de la diversidad.
Propiciar espacios para que los estudiantes puedan conocer y reconocer la experiencia de sus compañeros y lo que ello puede aportar a su aprendizaje.
Ofrecer recursos complementarios en distintos formatos para favorecer distintas maneras de aprender.
Compartir recursos complementarios que integren diferentes perspectivas y posturas sobre un mismo fenómeno.
Buscar ejemplos incluyentes y que representen distintas realidades.
Invitar a los estudiantes a atreverse experimentar nuevas formas de aprender.
Reflexionar de manera crítica sobre las distintas realidades, las formas de ver el mundo y las aportaciones que ello puede tener en la construcción del conocimiento.
Trabajar con grupos diversos y motivar el trabajo en equipo para ayudar a los estudiantes a mejorar sus habilidades para resolver problemas de formas creativas, y tener mayor apertura al diálogo y el acercamiento a otras perspectivas.
Hacer pequeñas adecuaciones que permitan a los estudiantes potenciar la riqueza de sus particularidades, así como de la gran diversidad que representa el grupo.
La educación en entornos virtuales, por sí misma, nos abre a un gran universo de posibilidades para conocer y compartir la diversidad. Pero está en nuestras manos intencionar y potenciar la riqueza que la diversidad tiene para nosotros, y para los procesos de aprendizaje y creación de comunidad. Procesos de enseñanza y aprendizaje culturalmente receptivos nos llevarán a formar verdaderos ciudadanos globales y personas más activas y propositivas en los roles que desempeñan en sus comunidades y profesiones.